No había venido nunca a Sevilla y está siendo una sorpresa. A pesar de que no me suelo dejar llevar por ideas preconcebidas o por la imagen que se transmite de ciertos lugares, es demasiado distinta a lo que yo me esperaba. Ni grande ni pequeña, tranquila, poco frenética, no muy ruidosa, tampoco de postal. Bueno, acabo de empezar, no llevo ni un día. Ya veremos mañana, que empieza el super-puente y esto se llenará de turistas. De momento, aunque no sé si es típico de aquí, ya me he comido una ración de sangre con tomate.