En aquellos tiempos, se visitaban los belenes montados en las distintas parroquias durante las navidades y hasta el 6 de enero no llegaban los Reyes de Oriente. Más tarde la otra santísima trinidad que son Papá Noel, Santa Claus y Olentzero hicieron acto de presencia e instauraron los regalos en navidad, además de otras influencias culturales. El peso cristiano de la fiesta fue desapareciendo, pero no para convertirse en una celebración laica, sino para ser sustituido por otra religión, la del consumo, convirtiéndose en su paradigma. Del mismo modo, los angelitos, pastorcillos y pesebres con niño, fueron dando paso a renos, cristales de nieve y carboneritos euskaldunes y aquello que comenzaba en Santo Tomás y terminaba en Reyes, hoy dura casi mes y medio.
Este año no lo podíamos tener más claro, las navidades son esto:
Sin ningún disimulo: un paquete de regalo enorme, la gran fiesta del consumo. A preparar las carteras que ya no es suficiente una muñeca, un mecano o un camión de bomberos ni tampoco lo es cenar pollo, aunque sea de caserío.
Sin ningún disimulo: un paquete de regalo enorme, la gran fiesta del consumo. A preparar las carteras que ya no es suficiente una muñeca, un mecano o un camión de bomberos ni tampoco lo es cenar pollo, aunque sea de caserío.