Esta mañana ha fallecido en el Annapurna un conocido montañero. Es muy triste, y en mi opinión muy absurdo. Tenía 41 años y la muerte "antes de tiempo" siempre me lo parece, pero en este caso no puedo evitar pensar que todo es aún más absurdo y estúpido. Vivimos en una sociedad en la que se subvenciona, se admira y se le convierte en héroe a alguien que se juega la vida haciendo 15 ochomiles; y mientras, se sanciona con una buena multa a un conductor de moto sin casco o se "demoniza" a quien fuma o se droga por derrochar su salud. Ni tanto, ni tan calvo.
Admiro a esas personas jóvenes que se preparan durante años para correr 100 metros lisos, saltar una altura de dos metros y medio o hacer una maratón; a aquellas otras que hacen virguerías con la cinta, el aro o las mazas mientras su cuerpecito traza asombrosos giros y tirabuzones de belleza y precisión casi sobrenaturales; y a esa tercera que se entrena semana tras semana con el fin de efectuar, en el momento oportuno, el pase perfecto para que el tanto lo marque su colega. Sin embargo, soy de la opinión de que en cuanto se pone en riesgo la vida, entra en juego el dinero o se trampea con la quimica, el heroísmo se convierte en capricho infantil, el afán de superación en codicia y el modelo ético en fraude.
Puede sonar cruel e injusto pero en estos momentos pienso en los amigos y familia destrozados por la muerte casi buscada de Ochoa, así como en la otra gente que ha puesto en riesgo su vida para salvarlo y no lo puedo ver como un héroe.
Recordemos que hoy día, la esperanza de vida en algunos países del mundo es de 35 años y aún se niega el derecho a morir dignamente a personas de 85.
Admiro a esas personas jóvenes que se preparan durante años para correr 100 metros lisos, saltar una altura de dos metros y medio o hacer una maratón; a aquellas otras que hacen virguerías con la cinta, el aro o las mazas mientras su cuerpecito traza asombrosos giros y tirabuzones de belleza y precisión casi sobrenaturales; y a esa tercera que se entrena semana tras semana con el fin de efectuar, en el momento oportuno, el pase perfecto para que el tanto lo marque su colega. Sin embargo, soy de la opinión de que en cuanto se pone en riesgo la vida, entra en juego el dinero o se trampea con la quimica, el heroísmo se convierte en capricho infantil, el afán de superación en codicia y el modelo ético en fraude.
Puede sonar cruel e injusto pero en estos momentos pienso en los amigos y familia destrozados por la muerte casi buscada de Ochoa, así como en la otra gente que ha puesto en riesgo su vida para salvarlo y no lo puedo ver como un héroe.
Recordemos que hoy día, la esperanza de vida en algunos países del mundo es de 35 años y aún se niega el derecho a morir dignamente a personas de 85.