"Un chiste: ¿qué es la Super Bowl para los tíos? La final de la liga de fútbol americano. ¿Y para las tías? El bol grande donde ellas hacen la ensaladilla a los tíos para ver el fútbol." Así empieza un artículo del diario Público, que denuncia el machismo de dos miembros del Consejo Audiovisual de Andalucía.
Me meto en camisa de once varas porque creo que este debate lo llevan teniendo semiólogos, semánticos, semióticos... en fin, toda esa gente tan lista, desde hace decenios. El machismo, al igual que el racismo o la homofobia, considero que, casi siempre, está en la intención, no en las palabras. Llevan meses llamándome cerdo entre risas por haberme ido a Berlín y a Italia este año, y en los medios podemos ver hoy sí, y mañana también, la utilización insultante de la palabra señor, por ejemplo. Sí, es cierto, que existen palabras, chistes y expresiones esencialmente machistas (o racistas, o...), pero no me da la gana de poner aquí ningún ejemplo porque se me revuelven las tripas.
Lo que hace tan maravillosa la comunicación verbal es precisamente la riqueza que añade el contexto en el que se transmite un mensaje. El chiste del principio, sin ser ninguna gloria, me parece (algo) ingenioso, refleja la realidad machista que sufrimos y creo que provoca risas, tanto en cualquier grupo de gente adulta como entre los machotes que cita el artículo. Claro está, que son risas completamente distintas: unas, llenas de ironía y las otras, propias de un parvulario.
(Casi) todo depende del contexto ¿no?
By the way, respecto a los machotes de los que habla el artículo o los que aparecen en cualquier esquina, aunque me repita, creo, y aquí me meto en otra camisa de once varas, que ya va siendo hora de que nuestra sociedad les considere víctimas de un trastorno de conducta que deberían ser tratadas por un profesional. Claro, eso quiere decir que una de cada cuatro personas (a bote pronto) tendría que pasar por la consulta.
Por desgracia, de momento tienen que sacar el cuchillo para que se considere que hay un problema. Una vez más, los árboles no dejan ver el bosque.
Por desgracia, de momento tienen que sacar el cuchillo para que se considere que hay un problema. Una vez más, los árboles no dejan ver el bosque.