En relativamente pocos años se ha instalado entre nosotros esa cosa repugnante que se llama Halloween. Una vez más, como corderitos, la gente se deja colonizar y se apunta a estos inventos mercantiles sustituyendo la cultura propia por la del imperio o traicionando la esencia de la fiesta de Todos los Santos y del Día de Difuntos; o sea la dignidad por los suelos una vez más. Además, como casi todos los intentos de colonización cultural-mercantil por parte de los EEUU, nos llega a través de la infancia: una canallada se mire por donde se mire.
Lo positivo de la fiesta de difuntos tal como se ha celebrado hasta ahora era precisamente eso: nos acordamos de los difuntos en esta sociedad que cada vez esconde más la muerte. En los últimos tiempos, filósofos, psicólogos y médicos han hablado de lo erróneo de esta actitud actual de mirar para el otro lado y de lo recomendable que resulta hacer frente y ser consciente de nuestra mortalidad. Halloween, desde luego, no solo no tiene nada que ver con eso, sino que promueve el mensaje contrario.
Halloween quiere decir víspera de Todos los Santos; si por lo menos la llamaran así...