Al comenzar esta semana, dos personalidades de indiscutible relevancia en su ámbito, han hecho ciertas declaraciones que nos han dejado patidifusos. El Biólogo, zoólogo y premio Nobel de medicina estadounidense James D. Watson, en un artículo publicado en el diario Sunday Times con ocasión de su estancia en Reino Unido, declaraba que los negros son menos inteligentes que los blancos. También hace unos días, el político del PP Jaime Mayor Oreja, uno de los tres candidatos para suceder a Aznar en las elecciones de 2004, ex-ministro del interior y actual europarlamentario, en una entrevista del periódico La voz de Galicia se negaba a condenar el franquismo "porque eso forma parte de la historia de España" y declaraba también: "Algunos dicen que las persecuciones en los pueblos vascos fueron terribles, pero no debieron serlo tanto cuando todos los guardias civiles gallegos pedían ir al País Vasco. Era una situación de extraordinaria placidez".
Hoy viernes, el científico dice que le han malinterpretado, que el caso le está mortificando y que "No puedo entender cómo pude haber dicho lo que dicen que he dicho" (bonito galimatías), mientras, le suspenden las conferencias y le echan del laboratorio donde trabaja. Por otro lado, el ex-ministro, siguiendo costumbre pepera del sostenella y no enmendalla, declara hoy que "No quiero condenar nada de la Historia de España"; y ahí sigue, en su puesto, con el apoyo explícito de su "hija política" María San Gil.
La impunidad que disfrutan actualmente en España ciertas personas, personalidades y entidades es tan escandalosa como el exceso de celo que se ha demostrado en otros casos. Me refiero tanto a ilegalizaciones y demonizaciones de grupos y opciones políticas y sociales como a la censura y cancelaciones de conciertos, representaciones teatrales o actos públicos de otro tipo. Un descarado doble rasero una vez más.