Las ventajas que tienen las cámaras de fotos digitales sobre las de película son evidentes. Como en el caso de los teléfonos móviles, todas esas limitaciones, que a la hora de usar los antiguos aparatos se hacían evidentes, han desaparecido. Ahora puedes sacar un número astronómico de fotos con una tarjeta de 20 €, las ves en el momento, las borras, las retocas luego... la pera! Pero también, como pasa con los móviles, al parecer, hay que comprarse un modelo nuevo cada poco. Más pequeña, más delgada, con más megapixeles, con conexión directa a la impresora... Cada medio año, las empresas renuevan su catálogo, en su mayor parte, con leves variaciones respecto a los modelos precedentes: ora un cromado por allá, ora un megapixel añadido, ora media pulgada más de pantalla. La flamante cámara que te regalaron en reyes, para cuando llegan las vacaciones de verano ya es vieja y ya no vale: un disparate.
Por supuesto que no es así. La que sacaba buenas fotos en 2004 sigue sacando buenas fotos en 2007. Además, gran parte de las novedades que se incluyen en los modelos recientes no son mas que reclamos publicitarios, cuando no son prestaciones que las hacen peores que los modelos anteriores.
Pues la última cosa que se les ha ocurrido me parece ya una tontería sin parangón. Tecnológicamente un logro, pero una menudencia que supongo que a la gente le parecerá supersalada. Se llama detector de sonrisas, o sea, que cuando la persona encuadrada sonríe, la cámara lo detecta y saca la foto automáticamente. En este vínculo a Quesabesde, estupenda revista de tecnología de consumo, hay información sobre esta ocurrencia.No sé que es lo que me pone tan en contra de esta última nadería. Supongo que lo asocio al "Ríe y consume" coyuntural o me acuerdo del "Canta y sé feliz" de Peret con un Franco moribundo pero al que no le temblaba el pulso. O quizá porque nos vamos acercando sin prisa pero sin pausa a ese Mundo Feliz de Aldous Huxley.¡Mira para el otro lado y ríe, ríe! ¡No les agües la fiesta!