Muchos días sin escribir. Tras la locura caótica de Nápoles, ahora Palermo, lugar bastante animado, por cierto, con todas las características que se le suponen a una ciudad grande de la Italia meridional, parece un balneario. Hace muchísimo calor. Por suerte los días son largos y se puede uno permitir el lujo de echarse una siesta y salir por la tarde "con la fresca". Mucho que ver y muchas sorpresas. Buena comida, como era de esperar. Ayer cené caponata (una especie de pisto frío) y pasta a la Norma (tomate y calabacín o berenjena, no se). Por desgracia me he encontrado dos de los monumentos principales cerrados por obras: la Capilla Palatina (Que pena!!!) y San Giovanni degli Eremiti ...y otras tantas iglesias misteriosamente chiusas. Queda tiempo y cosas por ver ...parece mentira pero allá quedó Nápoles.